La Humildad.

La virtud de la humildad ayuda a la persona a dominar el apetito desordenado de la propia excelencia y, por lo tanto, crea en parte, un ambiente adecuado para la convivencia entre personas. Sin embargo, nuestra descripción operativa que habla de esto, parece contrario a la negación de uno mismo. No es así, porque no sólo existe el vicio de la soberbia frente a la humildad, sino también el vicio que supone la desordenada abdicación del propio honor y fama. Por eso parece claro que para ser humilde, hace falta ser realista, conociéndose a si mismo tal como uno es.

De todas formas, convendría reflexionar sobre las consecuencias de haberse considerado con realismo. Siempre encontraremos cosas en nuestro propio ser que no nos gustan, capacidades que no estamos aprovechando o cualidades que no estamos desarrollando. La verdad es que si uno empieza a considerarse seriamente, se percata de que vale muy poco. En esta situación, lo lógico podría ser aceptar la situación e intentar luchar para superarse, aunque generalmente, algunas personas se refugian en la soberbia, destacando lo que poseen, o lo que hacen mejor que los demás, para justificar su presencia en la vida social. En este sentido la virtud de la humildad recobra su valor más pleno, cuando la persona se considera en relación con Dios, porque así, sus insuficiencias son compensadas por la grandeza del Hijo de Dios.

Humildad es mirarnos como somos, sin paliativos, con la verdad. Y al comprender que apenas valemos algo, nos abrimos a la grandeza de Dios;”Ésta es nuestra grandeza”. La justa medida de la realidad del hombre, no viene por su relación con otros hombres, sino, ante todo, por su relación con el Creador. Lo mismo sucede con la soberbia, que no es primariamente una forma de exaltarse frente a los otros hombres, sino a una postura ante Dios. Este carácter de criatura, inherente al hombre, es lo que afirma ante todo la humildad y es lo que, en la práctica, la soberbia niega y destruye.

Parece evidente, por lo que hemos dicho, que la humildad es una virtud fundamental para el desarrollo de la fe. Humildad es andar en verdad; soberbia es andar en mentira.

La humildad es una virtud que los padres pueden y deben desarrollar en sus hijos por muchos motivos. Pueden intentar lograr que sus hijos “anden en verdad” a un nivel exclusivamente natural o pueden estar buscando inconcientemente la negación del hijo para no tener que contrastar su valor con la propia humildad. Pero este último sería un caso patológico que no nos interesa en este momento.

La humildad sirve para la vida natural y sobrenatural. La disposición verdadera para la fe es el reconocimiento de todo lo que tiene carácter de rectitud natural, de amor a la verdad, de apertura ante lo noble, justo y bello, que se encuentra en la vida humana. Para decirlo con pocas palabras, la disposición del hombre para la fe, en el orden natural, es la humildad.

Hay muchos autores ascéticos que han escrito sobre el tema de la humildad. En varios casos llegan a distinguir una serie de grados en su desarrollo. Nos podría ayudar, quizás, considerar la clásica distinción hecha por un hombre célebre, dice: “Un tipo de humildad es la humildad suficiente, otro, la abundante, y otro, la superabundante”. La suficiente consiste en someterse al que es superior a uno, imponerse al que es igual a uno; la abundante consiste en someterse al que es igual a uno y no imponerse al que es menor; la superabundante consiste en someterse al que es menor a uno mismo.

Si consideramos estos tipos de humildad, relacionándolas con la vida de familia y con la educación en general, podremos llegar a una serie de consecuencias respecto a la educación de los hijos en esta virtud. En este grado, el hombre se somete a Dios, reconociendo su superioridad, y a la vez, obedece a las autoridades competentes en los distintos aspectos de la vida. Además, intenta cumplir su deber fielmente, y cuando consigue hacerlo, a veces excita la vanagloria de un acto “tan bien hecho”.

Desde el punto de vista de la educación, habría que pensar en la posibilidad de que este grado coincidiese con la capacidad real de los niños pequeños. Parece evidente que la natural humildad del niño (es tan claro que sabe menos, que sabe hacer menos, que hace las cosas peor que las personas mayores), podría traducirse en un miedo a Dios y en un miedo a la vida en general; y el miedo no es base adecuada para el desarrollo del amor. Con el niño pequeño no es necesario destacar su inferioridad por falta de desarrollo. Se trata, más bien, de informarle sobre lo que hace bien y lo que hace mal, con cariño para que llegue a apreciar su realidad objetivamente y que llegue a aceptarla. Hasta los siete u ocho años de edad, el niño suele reconocer la necesidad de obedecer a autoridades ajenas aunque pone pruebas para ver en que grado tal obediencia es tan necesaria.

La base de este segundo grado de humildad es reconocer que Dios está presente en cada persona, y por lo tanto, no podemos considerarnos superiores a nadie. Siempre existen cualidades ocultas en las personas. Por otra parte, todo lo que somos es don de Dios. Nuestra misión es esforzarnos para devolverle algo de lo que El nos ha dado. Por este motivo, la persona no llega a imponerse sobre el que es menor, porque no le reconoce como tal. A medida que van pasando los años, más posibilidades tiene la persona de perder su humildad y de llegar a ser soberbia. Existe una multitud de formas sutiles y frecuentes en que la persona puede llegar a la soberbia en relación con los demás; el orgullo de preferir la propia excelencia a la del prójimo; la vanidad en las conversaciones, en los pensamientos y en los gestos, una susceptibilidad casi enfermiza de sentirse ofendido ante palabras y acciones que no significan en modo alguno “un agravio”.

Vamos a considerar algunos de los problemas más frecuentes para lograr este estado de humildad. Para ser humilde, la persona puede contar con la ayuda de otras virtudes muy relacionadas. Concretamente, la modestia, la mansedumbre, y la estudiosidad, la sobriedad, la flexibilidad, etc. Detrás de todas ellas, se encuentra una actuación de acuerdo con criterios rectos y verdaderos. Los padres tienen la misión de ayudar a sus hijos a interiorizar estas reglas que le permitirán actuar correctamente. Por otra parte, habrá que hacer compatible el trabajo bien hecho, que tiene éxito, que produce éxito, o las relaciones con los demás bien llevadas, que también producen una exaltación natural con los demás, y una posible falta de humildad. Aquí lo único que nos puede guiar es la rectitud de intención. Evitar lo estridente, lo poco común, en lo que se pueda. Utilizar los medios normales sin exageraciones y luego aprender y rectificar la intención cuando se introduce alguna desviación.

Y una última palabra sobre los hijos que no suelen fracasar, porque son inteligentes, buenos estudiantes, buenos compañeros, buenos deportistas, etc.; es importante que toda persona tenga la posibilidad de cumplir bien y saber que ha cumplido. Pero también es importante que la persona aprenda a reconocer que no siempre actúa bien, que no es imprescindible, que tiene los dones que posee porque Dios ha querido que fuera así. Con estos jóvenes habrá que buscar el modo de que lleguen a vivir pequeños fracasos y, desde luego, exigirles de acuerdo con sus posibilidades. Solamente cuando se capte la insuficiencia personal real, es posible alcanzar el grado más alto de la humildad. El hombre verdaderamente humilde, únicamente lo puede ser por amor de Dios, sino, tendrá poco sentido someterse a la voluntad de Dios, agradecerle su bondad continuamente, o aprender de la propia miseria. Pero, a su vez, se captará la grandeza de ser hijo de Dios.

En esta vida el creyente necesita humildad. La disposición humana del edificio sobrenatural, que se apoya en la fe, se encuentra en la humildad. “Reconoce tus propias insuficiencias, tus cualidades y capacidades y aprovéchalas para obrar bien sin llamar la atención ni requerir el aplauso ajeno”.

esperando que les guste el tema y que cada dia sean mas humildes me despido
dejandoles una cita de Blaise Pascal que dice:

"La falsa humildad equivale a orgullo"


biografia:




Blaise Pascal nació el 19 de junio de 1623 en Clermond-Ferrand en Francia; fue el único hijo varón de Etienne Pascal y su madre murió cuando él tenía sólo tres años.
El padre de Pascal decidió no mandar a su hijo a la escuela sino educarlo él mismo; decidió también que Blaise no estudiaría matemáticas sino hasta que cumpliera los quince años por lo que sacó todos los libros relacionados con esa ciencia de su casa. Sin embargo, Pascal por sí mismo logró conseguir libros de geometría y empezó a estudiarla el solo a los doce años.

Pascal trabajó en las secciones cónicas y desarrolló importantes teoremas en la geometría proyectiva. En su correspondencia con Fermat dejó la creación de la Teoría de la Probabilidad Aunque parezca inverosímil, a esa edad descubrió que la suma de los ángulos internos de un triángulo es 180 grados.

Cuando su padre descubrió que su hijo estudiaba geometría a escondidas y además que la disfrutaba tanto, le permitió leer los libros de Euclides y así Pascal comenzó su formación matemática de una manera rigurosa. A los catorce años asistía con mucha frecuencia a las reuniones que organizaba un monje llamado Mersenne, quien invitaba a científicos y filósofos a entablar discusiones y reflexiones en su celda. Fue ahí donde Pascal conoció a matemáticos de la talla de Fermat y Desargues de los que fue un excelente alumno. A los dieciséis años Pascal era ya uno de los miembros más destacados de ese círculo de estudio.

A la edad de 16 años Pascal presentó sólo un trozo de papel con escritos a las reuniones

con Mersenne. Contenía un número de teoremas de geometría proyectiva, incluyendo incluso el hexágono místico de Pascal.

Fue justamente en esas reuniones en las que presentó sus primeros descubrimientos sobre geometría descriptiva. A partir de entonces, Pascal empezó a publicar varios tratados sobre matemáticas entre ellos, uno de los más importantes fue "Un ensayo sobre secciones cónicas" publicado en febrero de 1640.

En 1642 Pascal terminó de construir una máquina sumadora que había diseñado para ayudar a su padre quien entonces trabajaba como cobrador de impuestos. Este trabajo requería de mucho trabajo aritmético y la máquina era de gran ayuda. La llamo "Pascalina" y hoy en día es considerada la primera máquina sumadora de la historia.

Sus investigaciones en matemáticas abarcaron muchas ramas de esta ciencia; estableció las leyes de la teoría de la probabilidad, campo en el que apareció por primera vez el famoso "Triángulo de Pascal", y obtuvo resultados muy importantes en geometría, en cálculo, y en álgebra. Pascal no se conformó con ser un extraordinario matemático, su sed de conocimiento lo llevó, también, a estudiar física, ciencia en la que también destacó. Sus estudios sobre hidrodinámica e hidrostática lo llevaron a inventar la jeringa y la prensa hidráulica y a descubrir lo que hoy se conoce como "la Ley de la Presión de Pascal".

Pascal fue un científico universal, su manera de estudiar, entender y describir la naturaleza sirvió de ejemplo a muchos otros científico que durante los siglos posteriores siguieron sus pasos.

Su más famoso trabajo en filosofía es Pensées, una colección de pensamientos personales del sufrimiento humano y la fe en Dios. “Si Dios no existe, uno no pierde nada al creer en él, mientras que si existe uno pierde todo por no creer”.

Su último trabajo fue el cycloid, la curva trazada por un punto en la circunferencia de un rollo circular.

Según Pascal, tanto la razón como el corazón son dos formas igualmente válidas de conocer, y tal vez el segundo es superior a la abstracción racional, como lo expuesto al decir: Conocemos la verdad no sólo con la razón, sino también con el corazón y el corazón tiene sus razones que la razón no conoce.

Ambos conducen igualmente a la verdad, aunque con lógica y mecanismos diferentes, y la certeza, evidencia y firmeza de los resultados es la misma. Por medio del corazón se alcanza la realidad en su singularidad y se llega al mimo Dios, el cual se manifiesta al hombre en su totalidad a través del corazón. A esta manifestación y captación de Dios por medio del corazón Pascal la denomina fe, principio necesario para poder vivir como hombres y llegar a la divinidad. Mediante esta fe y este conocimiento por sentimiento no se opera sólo con una parte del hombre, como ocurre con el conocimiento abstracto y racional, sino que es toda la persona la que se pone en juego para alcanzar la verdad. Ahora bien, la fe en Dios, la captación de ese Dios que es lo más importante para la vida del hombre, no se concede gratuitamente y sin esfuerzo, ya que es preciso buscarlo con ahínco. Esta búsqueda se lleva a cabo partiendo del reconocimiento de la grandeza y miseria del hombre, el cual se halla entre el infinito y la nada. El punto de partida, por lo tanto, consiste en reconocer los límites en que se encuentra sumido el hombre. Tal reconocimiento es siempre doloroso y constituye una prueba de ello la "diversión" por la cual el hombre se entrega a una extroversión o diversión, para huir de sí mismo, de la felicidad y de Dios. Tiene que volver por sí mismo, reconocer sus propias limitaciones, buscar sinceramente a Dios y aceptar las razones del corazón que le ponen en contacto con él.

Blaise Pascal murió el 19 de agosto de 1662 en París. Tenía tan sólo 39 años y murió con intensos dolores producidos por un tumor maligno en el estómago que se le propagó hasta el cerebro.

Pascal era uno de los físicos y matemáticos mas eminentes de su época y uno de los más grandes escritores místicos en la literatura Cristiana. Sus trabajos religiosos son personales en su especulación sobre materias más allá de la comprensión humana. El es generalmente catalogado como uno de los mejores polemistas franceses, especialmente en las Cartas provinciales, un clásico en la literatura de irónica. El estilo de prosa de Pascal se nota por su originalidad y, en particular, por su carencia total de artificio. El afecta sus lectores por su uso de lógica y la fuerza apasionada de su dialéctica.

En 1653, Blaise Pascal estableció que en un fluido en reposo, la presión sobre cualquier superficie ejerce una fuerza perpendicular hacia la superficie e independiente de la dirección de orientación de la superficie. Esta ley dice que veces hay que incluir el principio de la transmisibilidad de la presión del fluido -que es, cualquier presión adicional aplicada a un fluido se transmitirá igualmente a cada punto en el fluido- que fue establecida separadamente de Pascal y usada por él en la invención de la prensa hidráulica.

El principio de Pascal se usa frecuentemente en dispositivos que multiplican una fuerza aplicada y la transmiten a un punto de aplicación. Los ejemplos mas comunes incluyen el gato hidráulico, el freno de aire y los frenos hidráulicos.

Las ciencias tienen dos extremos que se tocan. El primero es la pura ignorancia natural, en que se encuentran todos al nacer. El otro es aquel a donde llegan las grandes almas, que, habiendo recorrido todo cuento los hombres pueden saber, encuentran que no saben nada, y vuelven a encontrarse con aquella misma ignorancia de donde habían partido; pero es una ignorancia sabia, que se conoce a sí misma.

El rey está rodeado de gentes que no piensan sino en divertir al rey y le impiden pensar en sí mismo. Porque por muy rey que sea, es desgraciado si piensa en él.
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7 comentarios:

ashh dijo...

es una virtud que no sobra jamas, siempre la persona es buena y linda lindo tema.

Anónimo dijo...

nunca me ha gustado que la gente sea tan creida la humildad vale mas que todo .

eliza dijo...

que linda cita y es tan verdadera , me gustan tus trabajos son geniales

Anónimo dijo...

que grtan trabajo eres del 7.

bud dijo...

a los hombres no los interasa la humildad ahhaha.

Anónimo dijo...

encontre la paz interior jaja.

Juano dijo...

No es cuestión de humildad dar crédito a las personas por su trabajo?
Citar el origen y autor del artículo es algo mínimo.

http://luzdelalma.wordpress.com/2008/04/21/%C2%BFque-es-la-humildad/

Saludos.

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